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El ejercicio de resistencia aeróbica y los entrenamientos de fuerza se prescriben con frecuencia para reducir las enfermedades actuales (enfermedad cardiovascular, diabetes, etc) y parece haber demostrado efectos beneficiosos en la reducción de la inflamación crónica(K. M. Beavers, Brinkley, & Nicklas, 2010).

Sin embargo, los entrenamientos de fuerza, independiente del ejercicio de resistencia aeróbica, disminuye significativamente el riesgo de desarrollo de Síndrome Metabólico. En comparación con la no realización de ningún ejercicio en una población de mediana edad relativamente saludable. Aunque la combinación de entrenamiento de fuerza con ejercicio de resistencia (concurrencia) se asoció con un 25% menor riesgo de desarrollo de síndrome metabólico.

En comparación con la no realización de ninguno o una mejora sustancial en diferentes parámetros antropométricos, aptitud cardiorrespiratoria y factores metabólicos en sujetos con sobrepeso y obesos.

Mujer Realizando entrenamientos de fuerza con ayuda de su entrenadora

El entrenamiento de fuerza en cuanto a la prevención de diversas patologías

Aunque ambos tipos de entrenamiento parecen ejercer funciones positivas en cuanto al tratamiento/prevención de diversas patologías. El entrenamiento de fuerza se muestra imprescindible e incluso prioritario por diferentes motivos: aumenta o mantiene la masa muscular. Lo que a su vez mantiene el metabolismo activo, mejora la homeostasis de glucosa, ejerce funciones de regulación hormonal para controlar de formas. Autocrina, paracrina y endocrina, diversos procesos biológicos como por ejemplo el proceso inflamatorio, etc.(Henningsen, Rigbolt, Blagoev, Pedersen, & Kratchmarova, 2010).

A su vez, el entrenamiento de fuerza tiene un efecto favorable sobre la composición corporal, ya que disminuye la masa grasa, incluida la grasa abdominal, aumenta HDL, disminuye LDL. Reduce la concentración de glucosa plasmática y reduce la presión arterial sistólica y diastólica (Candón Liñán, Sánchez Oliver, Galancho Reina, Suárez Carmona, & González Jurado, 2016).

El entrenamiento de fuerza mejora la tolerancia a la glucosa

También mejora la sensibilidad a la insulina, mejora la tolerancia a la glucosa, previene sarcopenia y la osteoporosis, a menudo vistas en la población anciana y mediana edad, etc. De hecho, se ha comprobado que en personas desentrenadas. Un entrenamiento de fuerza con cargas ligeras podría aumentar su fuerza y aumentar el desarrollo muscular (Schoenfeld, Wilson, & Lowery, 2016).

Por otro lado, existe una gran evidencia científica sobre los beneficios del entrenamiento del entorno hormonal (HGH, IGF-1, Testosterona, etc). Mejoras en la resistencia a la insulina, aumento de la translocación de GLUT4 independiente de insulina, etc. (Kalyani, Corriere, & Ferrucci, 2014)(Kraemer & Ratamess, 2005) (Strasser, Arvandi, & Siebert, 2012).

Además, varios estudios han demostrado que una correcta planificación en el entrenamiento de fuerza podría mantener o incluso aumentar la densidad mineral ósea (DMO) en la cadera y en el cuello del femúr. En ancianos con sobrepeso y obesidad. Incluso, se ha observado que también tendría un efecto positivo en la DMO de las mujeres con problemas en la región lumbar, el fémur y el radio (Kelley, Kelley, & Tran, 2001) (K. Beavers, Beavers, & Martin, 2017).

Por lo tanto, el entrenamiento de fuerza debería ser un componente de mucha importancia en los programas de promoción de la salud pública, junto con un ejercicio aeróbico(Benito et al., 2016).

Sobre la base de las observaciones anteriores. Se entiende que el entrenamiento de fuerza es una herramienta fundamental para prevenir y tratar la obesidad, prevenir el envejecimiento prematuro (Strasser et al., 2012).

Estos hallazgos nos hacen replantearnos los tratamientos de pérdida de peso y mejora de la condición física. Siendo la combinación de entrenamiento de fuerza y cardiovascular la que parece optimizar los resultados (Ronenn Roubenoff, 2007; Ziaaldini et al., 2015)(Benito et al., 2016).